Datos personales

Mi foto
Soy una persona inquieta, que ama la vida en toda su extensión de la palabra y disfruta escribiendo lo que percibe de ella, saboreando cada palmo de lo vivido. soy terapeuta holistico.

martes, 20 de enero de 2009

VIAJERA


En el fondo del túnel se vislumbraba un tablero con botones…
Rojo…
Azul…
Blanco…
Buscó la ruta que necesitaba en su próximo viaje, quiso tocar el blanco que decía…de primera no disponible, será tu destino…
se acerco al azul decía, bueno, no disponible te dejaría en tu destino…
se acerco al rojo, decía te llevo al destino del blanco pero solo soy un aventó no estoy saludable, allá tomas el blanco de tu destino.
Apretó y cuando menos acordó vio una luz blanca, de pronto estaba en un cunero. Presta a irse a otros brazos… a su destino.



Celia Rivera Gutiérrez
Cd. Obregón Sonora, México
Enero 20 del 2009

jueves, 15 de enero de 2009

ELLA ESTABA SOLA


Ella estaba solitaria, pensando, que nunca llegaría el amor, no le interesaba de momento ninguna relación. Salio del templo, aspiro el aire fresco de la noche, que acababa de tender sus sombras, haciendo lucir las lámparas de la plaza, donde el kiosco se llenaba de notas producidas por el siempre grupo de música del pueblo, que el gobierno municipal ofrendaba a sus habitantes como serenata todos los jueves y los domingos. En esa plaza, que había sido testigo de casi todos los enamoramientos del lugar.

En eso llegó una amiga y le preguntó por su cuñada, que era amiga inseparable de ella, le contestó: - no se, no la he visto, pero si quiere veremos si anda en la plaza-.

Era domingo y la plaza estaba atestada de gente entre papeles de colores y flores aromáticas. Ahí se seguía un ritual muy viejo, que se perdía en la noche del tiempo. En la orilla se formaba una valla de jóvenes, Lugo adentro una ronda de chicas caminaban tomadas del brazo en sentido contrario de las manecillas del reloj, para luego otra ronda de hombres jóvenes girar en sentido contrario dejando a las damas en el centro y encontrarse en dos punto equidistantes en la vuelta completa, pero más adentro estaba otra ronda de jovencitas girando en el sentido opuesto y en el centro estaban las bancas junto a los jardines, que rodeaban el kiosco lleno de música. En estas bancas se sentaban quienes solo disfrutaban de la algarabía de la gente o quienes tenían novio o novia para platicar con comodidad y placidamente.

Era pintoresco el ambiente, pues el piso se solía llenar de confeti (papel de colores cortado en rueditas y serpentinas de papeles de colores que los jóvenes graciosamente enrollaban en el cuerpo de la joven que les atraía. Solía haber, quienes vendían gardenias flor blanca de un olor exquisito o claveles rojos a los jóvenes varones, que se las ofrendaban a la chica que le gustaba. Ahí se cruzaban miradas, se cruzaban sonrisas cuando el joven era correspondido y que marcaba el indicio, de que se podía acercar a solicitar caminar en compañía de la joven moza.

Primero se pararon en un punto, para ver si pasaba la cuñada dando la vuelta, no pasó entonces se metieron a dar una media vuelta para ver si la encontraban sentada en alguna banca, en ese inter. Una lluvia de papel de colores le enredo los hombros como símbolo de enlazar una posible amistad o requerimiento de noviazgo. Ella se sorprendió, porque en lo que menos pensaba en ese instante era precisamente en el amor.
Llega un joven muy caballeroso y con mucho respeto se dirige a ella –señorita ¿la puedo acompañar a dar la vuelta?- lo siento –dijo ella- pero me retiro en la siguiente esquina, entonces a donde valla la puedo acompañar -dijo él- lo siento de verdad, pero me retiro a casa -contesto ella- pues la acompaño hasta su casa si me lo permite -dijo él- su amiga no cesaba de insinuarle, un tanto en forma discreta, que le aceptara.

Era un chico extraño, se salía de lo común, pues todos llegaban con desenfado, como quien se siente seguro de si mismo y que será bien recibido aunque no sea cierto y hablando directo como si te conocieran de años. Te acompañaban aun sin tu permiso haciéndose los graciosos para ser bien recibidos. Este chico era totalmente distinto, se aferraba a cualquier opción, pero con un decoro y respeto total, pero sin soltar la prenda del objetivo.

Ella pensó y se dijo así misma ¿de donde saldría este chico, que parece de los cuentos de la edad media donde se llega con tanta deferencia? Su amiga insistía en que lo aceptara y ella un tanto confundida y presionada accedió, en parte para evitar que se diera él cuenta de lo que decía su amiga y en parte por esa curiosidad de saber quien era tan singular caballero que le trataba con tanta ceremonia. Dice el dicho que la curiosidad mato al gato. Y sí, que ella tenía curiosidad.

Caminaron calles arriba de la pequeña población, por esas calles muy antiguas, que se habían hecho, para que pasaran caballos y a lo sumo algún carro tirado por los mismos. Callejuelas angostas y sin dirección adecuada, ya que la mayoría eran un tanto retorcidas y angostas. En el camino se separo la amiga y se fue por su lado. Ella y él continuaron hasta estar cerca de la casa de ella, se despidieron, no sin antes pedirle a ella su nombre y dar el suyo, también le pidió su dirección, ya que como él estudiaba en la Universidad en la capital del estado pretendía escribirle, ella se lo balbuceo y continúo hasta entrar a su casa.

Se celebraban las fechas patrias por esos entonces y él tenía vacaciones en la universidad, así que le preguntó si se podían ver al día siguiente, a lo que ella contesto que no, porque tenia ensayo en una pequeña obra de teatro que estaban montando.

El lunes cuando ella salio de su ensayo, se encontró, que un poco más arriba de la calle en el hueco de la puerta de un billar se encontraba él esperando verla pasar cuando saliera de su ensayo. Le acompaño de nuevo a su casa. En el trayecto le preguntó si podía ser su novia. Ella le miro a los ojos y le dijo: con una condición -¿Cuál?- contesto él –que si te enfadas de mí o dejo de importarte me lo dirás de frente –dijo ella- lo mismo va para ti –dijo él- Esto se consideró un trato de honor entre ambos. Se despidieron antes de llegar a la entrada de su casa. Ahí comenzó toda una historia de amor.

Años después, él confesó, que el día más feliz de su vida, había sido cuando ella lo aceptó.

Sus huellas quedaron en todos los rincones de la plaza cómplice de los enamorados, donde cupido hace de las suyas sin ton ni son. Justo ahí donde siempre se escuchaban las notas de la música y la fragancia de las flores impregnaban el ambiente incitando al romance y al amor.

El aroma de sus cuerpos se huele por doquier, el néctar de sus pensamientos se quedó impreso en las mentes del lugar. La luna y las estrella, que alumbraban las callejuelas, vibraban con su presencia… que ya no esta. Las farolas de la plaza despiden el incienso de su fulgor y recuerdan a estos dos. Los árboles, que eran cómplices de sus reuniones donde ambos iban a leer y estudiar aprendieron el lenguaje de las letras que ellos utilizaban bajo su sombra y las inspiran a los demás.

Esta cita de amor sin programar, se realizó y dejó una trayectoria imborrable

Querido lector ¿Por qué, el destino te pone en el lugar justo donde encontraras a quien será una pieza importante en tu vida, aunque no la esperes en ese momento marcándote una ruta?
Creo que se tendrá que mantener abiertos a lo que la vida te presenta aunque no se espere

¿No cree usted?


Celia Rivera Gutiérrez
Cd. Obregón Sonora, México
15 de enero del 2009

sábado, 10 de enero de 2009

El rincón de los miedos

El chico corría asustado lo más que podía, cuando lo perseguía otro chico con el arma mortal de una hoja orgánica. Temía ser alcanzado y no se podía defender de su atacante, que reía a carcajada abierta. El miedo se reflejaba en su rostro, sus manos no podían desarmar a su contrincante so pena de tocar el arma mortal para él.

Cualquiera, que viera el arma, reiría pensando que se trataba de una comedía de mimos para divertir a quienes pasaran y los vieran. Pues el otro chico solo iba armado de una pequeña hoja de plantita un poco lancelada. Cuando lo supe, no pare de reír al pensar en la similitud de el arma mortal para superman, que era nada menos, que una simple piedra de criptonita.

El chico del que hablo… es un tanto singular. De niño era fanático de tarzan y solía irse al los montecitos cercanos sin temor alguno a estar solo y alejado de las personas, se sentía seguro y capaz de afrontar cualquier peligro como lo haría Tarzan. Más de algún chico se había asustado alguna vez al encontrárselo colgando de algún árbol en pleno monte, agarrándose con los pies de las ramas y la cabeza para abajo. Cuando los chicos iban caminados en sus afanes de exploradores, de pronto se topaban con la cabeza sonriente frente a su nariz que colgaba de un árbol.

El era de tez blanca, ojos sonrientes y muy inquietos. Cuando era niño de escasos 3 años se acerco a su madre, que se encontraba haciendo tortillas y le dijo –mamá dame para gastar- la madre volteo y le dijo casi sin darse cuenta –trabaje-. Poco después no se encontraba el niño cerca, y se comenzó a realizar una búsqueda por todo el vecindario, nadie lo había visto. Los hermanos mayores se desparramaron en su búsqueda calles abajo. El chico estaba sentado en el portice de la entrada, que da al edificio donde atendía un médico. Llegaron, le preguntaron que hacia ahí y contesto –buscando trabajo- desde esa fecha la madre se cuido muy bien de lo que contestaba a sus hijos. Cuando fue creciendo se interesaba en Trazan, en Kaliman etc, etc.



El chico era muy osado, y ya grande cuando se aburría simplemente se iba de casa, y si no traía dinero no le importaba, se subía a un tren carguero donde departia con malandros, de los que se tiene uno que cuidar, ya que por un trozo de cobija son capaces de rebanarte el cuello cuando duermes. La forma que él utilizaba para evitar tal echo era simple, solamente les contaba grandes historias de donde se suponía él había sido protagonista, les contaba con lujo de detalle la forma como avía asesinado por unos míseros pesos a compañeros de viaje, y la fuerza que le caracterizaba para lograrlo. Así que se presentaba como el hombre más malvado ante ellos y no fácil de comprar.
Se decía para si mismo –necesito que crean que soy más malvado que ellos y más cruel para que no intenten nada contra mí-

Cuenta, que más de alguna ocasión le ofrecieron unos cuantos centavos para que matara a algún pasajero y le quitara sus avios. Él les contestaba, -no acostumbro a realizar el trabajo de otros, cuando lo hago es por mi propio beneficio, si a ti te interesa, tendrás
que hacerlo tú mismo-.

Todo esto nos da una idea de un muchacho aguerrido y difícil de asustar, sin embargo, cualquier persona lo ponía fuera de combate, con un arma irrisorio, una simple hoja de planta lo ponía pálido y lo hacia correr, pues el tocarla lo ponía en peligro de muerte, su atacante solo tenia que frotarse con esa planta y él seria incapaz siquiera de ponerle una mano encima so riesgo de enfermar gravemente. Esa pequeña arma es una planta que en mi tierra se le conoce como hiedra (en otros lugares desconozco su nombre). Es un arma mortal para este chico que no se asusta con nada excepto por ella.

Querido lector el rincón de los miedos esta lleno de nuestras experiencias no gratas


¿Cuál es el arma mortal para ti? ¿lo sabes?



Celia Rivera Gutiérrez
Cd. Obregón Sonora, México
Enero 10 del 2009

sábado, 3 de enero de 2009

Se apodero de mi vientre


Anoche la muerte se apodero de mi vientre, me hizo vomitar y soltar el alarido de separación de la vida, como decía un amigo, el “mantram” de la muerte estaba presente, en mi garganta saliendo desde mi vientre sin que yo pudiera evitarlo. Mi lucidez se oscurecía, me senté para vomitar en una bolsa de plástico por temor a caerme y romperme la cabeza si lo hacia en el lavabo. Todo se oscurecía, mi cabeza giraba vertiginosamente y a través de mi alarido parecía querer escapar la vida saliendo por mi boca. Y mi conciencia se estaba diluyendo lentamente. Sentí, que quizá, después de saludar en el año nuevo (que acababa de nacer) a unos amigos del planeta en la parte sur del continente justo en los minutos que para ellos comenzaba el año, a mi en lo particular me dejaría en deuda con respecto al compromiso, que había adquirido de brindar con un poeta a la distancia por este mundo bendito esperando felicidad para la humanidad ya que el año comenzaba para él más tarde. ¡Que irónico!, me quedaría sin realizar ese brindis, porque justo unos minutos antes la muerte se estaba acercando a mi persona para decirme que el trabajo y los buenos deseos los dejara a otros.
Creí, que mi espíritu se estaba escapando de mi cuerpo justo del plexo solar en la boca del estomago, fluyendo hacia mi boca para irse a otra morada.

Mi hija se acercó, y al verme, solo atinó a rebelarse por mi estado, me dijo -no grites tan feo (se le erizaba la piel con el grito mortal que percibía), y aprieta bajo tu nariz para que no pierdas el conocimiento-. Estaba ella tan asustada, que no sabia más que disgustarse por lo que se le escapaba de las manos. La escuche como si su grito y reclamo viniera de muy lejos… ya, que mi mirada estaba casi pérdida y borrosa. Tome fuerzas y apreté en el punto que me indicó y que habíamos aprendido en los estudios de terapeuta holostico. La muerte se retiró un poco dejándome algo de claridad, entonces le dije a mi hija: si pierdo el conocimiento llama una ambulancia, si muero busca en los documentos un seguro de vida y hazlo valer.

Poco a poco sentí, como la muerte se salía de mi vientre y desidia no llevarme todavía. Me puse de pie, tambalee un poco y me tome un pedacito de jengibre para el mareo y sensación de vomito, tomé algo más, que yo conocía y tome una copa de agua pura para brindar a la distancia por mis hermanos y acompañar al amigo escritor en su brindis. Sentada en mi sala para no caerme, cerré los ojo, respire profundo, vi mi interior, aleje totalmente a la muerte varios metros de mí, sentí al poeta brindar y me uní a su brindis. Me llene de paz, de armonía. Entonces supe, que la muerte me había dado una tregua. Para que el año nuevo comenzara en mi tierra, faltaba una hora… así, que poco después me quedé profundamente dormida y no pude brindar y cenar con mi hija como lo había planeado. Mi hija me arropó suavemente, apagó la luz de la sala comedor donde caí dormida, prendió el calentón para alejar cualquier vestigio de frió y se retiro a dormir para no hacer ruido, de vez en vez se asomaba para cerciorarse que estaba viva.
La muerte se retiró respetuosa de mis deseos y decidió ya no hacerse presente. Solo me resta darle las gracias por regalarme más tiempo, para compartir con mis seres queridos.

Aun me pregunto… si será verdad, que cuando uno muere no se da cuenta que murió y se dice así mismo que solo fue la sensación de morir.

Así querido lector que en estos momentos no se si estoy viva con ustedes o si estoy muerta. Solo sé que siento el cariño de todos y el de mi hija en un año nuevo. Que espero que no suceda nada malo a quienes amo.

Gracias señora muerte por su respeto a mi persona.


Celia Rivera Gutiérrez
Cd. Obregón Sonora México
01 de Enero del 2009

visitantes