La Moncha
Así la bautizo la niña de ocho años, que llego a vivir en un nuevo fraccionamiento, que se había financiado por medio de hipotecas. Casi todas las viviendas tenían sus patios traseros comunicados, porque aun no se habían construido las bardas que les delimitarían esos espacios.
La vecina tenia su lavadora en un techadito posterior y no podía acercarse a usar su lavadora porque justo ahí, una gata se había metido a parir sus crías, no permitía que nadie se le acercará, era un tanto arisca y desconfiada, se había habituado a vivir lejos de los humanos y desconfiar de ellos, solo se acercaba lo suficiente para obtener algo de alimento. La vecina le tenía cierto respeto a tan singular madre, que se esponjaba cuando la veía acercarse, hasta que un día, encendió la lavadora para obligarla a sacar sus crías y poder hacer uso de ese implemento. La gata salio de ahí y se instalo en el patio de la casa de la niña, ella la bautizo como la Moncha. La Moncha era parda con cierto rallado en su colorido casi blanco. Parece ser que los animales saben en quien pueden confiar un poco, pues en poco tiempo la niña se gano la confianza de la Moncha.
En esos rumbos estaba el consorte de la moncha, era un gato grande cabezón, de un amarillo precioso y se veía fuerte, era el jefe del territorio, el que engendraba en todas las hembras. Se diría, que era el monarca felino de bigotes bien definidos y un andar majestuoso, Algunas cicatrices marcadas, que indicaban sus duelos de batalla para continuar siendo el monarca. No cavia duda, de que era el jerarca del territorio y el padre de las camadas que surgían en los alrededores.
Gatumenos en la azotea
Esta familia gatuna era muy peculiar. En una ocasión, en que se escuchaban maullidos durante la noche en forma escalofriante, y que a veces se confundes con el llanto de un niño humano, y después de oír trifulcas y carreras en los techos, pleitos a muerte y gran desafió felino. Al amanecer apareció un pequeño gatito muerto, la Moncha lloraba incansable, las demás crías la había escondido en otro sitio y no se sabía donde. La madre de la niña, en cuanto vio al animalito muerto lo tomo en una pequeña bolsita de papel (como las que existían elaboradas de madera) para llevarla a un bote de basura un poco más adelante y la niña no se diera cuenta, pues lo más seguro era que lloraría al verlo. La Moncha vio este actuar de la madre.
Madres confabuladas
Poco después callo una torrencial lluvia que no cesaba, y se prolongo largo periodo en un persistente chipi, chipi (como dicen por acá). La gata se acercaba a la puerta a llorar con mucha angustia, la madre de la niña la vio a los ojos y supo que tenía que ver con sus hijos. La miro fijo y le dijo –¿Quieres que proteja a tus hijos?- dime donde están-, la Moncha parecía entender el lenguaje de otra madre y comenzó a caminar por delante, y cuando por alguna razón la señora se quedaba a tras, ella se detenía volteaba y la esperaba un poco. La llevo atravesando corredores de viviendas dos cuadras mas al sur, en donde estaba un montículo de tabique destinado a la construcción de una barda, ahí, bajo esos tabiques, estaban sus hijos tratando de guarecerse de la lluvia, la señora los tomo en sus manos y por primera vez la madre no respingo porque le tocaran sus hijos, parecía, que su mirada indicaba un “muchas gracias”. Sin embargo la Moncha seguía llorando inconsolable y se paraba frente a la señora como queriendo comunicarle algo. La señora sintió, que la gata quería saber donde había quedado su otro hijo y entonces se acerco despacito y le dijo -¡Quieres saber donde puse a tu hijo que murió?- ven y te llevo. Por primera vez, permitió ser tocada por un ser humano y se dejo conducir en brazos hasta donde se había depositado el cadáver de su hijo. La señora se lo enseño y ella pareció comprender. Entonces se bajo de los brazos y dejo de llorar. La señora la metió a su casa junto con sus hijos para que se protegieran de la lluvia. Pero ella era arisca y no sabia vivir en interiores sin su libertad tan preciada, así que hizo lo imposible por salirse hasta que lo logro. El problema era, que sus crías hacían honor a ser sus hijos. En cuanto la madre salio, todos hicieron fila junto a la puerta para salir tras ella. Comenzando a llorar, así que se tuvo que abrir la puerta y dejarles partir, era maravilloso ver como los guió nuevamente hasta un pequeño hueco para protegerlos tanto de la lluvia como de machos depredadores.
Razón del estruendo en los techos y la aparición del pequeño muerto
Cave aclarar, que la razón del pequeño muerto, tenia que ver… con que los machos dominantes son los que engendran en las hembras, para asegurar en la especie, que nazcan fuertes y sanos para sobrevivencia de la misma. Así, que cuando un nuevo macho fuerte y audaz… siente que ha ganado el territorio al patriarca, trata de inmolar las crías de las hembras que hereda para su propia prole, para que pronto entren en celo, para sembrar su semilla, se diría, que arrancan de simiente para sembrar una nueva cosecha con su sello. Las hembras defienden a sus crías a muerte contra estos machos, que pronto serán sus consortes. Cuando yo era niña creía que el pleito era entre machos, pero no… esos pleitos ya estaban ganados y el pleito terrible a muerte, que tanto escándalo arman sobre techos, es cuando las hembras se enfrentan para no permitir la inmolación de sus hijos.
Acercamiento de la madre
Desde entonces la madre se acercaba cada vez más sin dejarse tocar, porque era muy celosa de sus hijos, pero estos se comenzaron a domesticar y a permitir que se les tocase. Poco después era muy familiar ver como la madre dejaba una camada ya adolescente en el hogar de la niña, para que les cuidaran un tanto de cerca sin meterse a dentro, y se iba a tener otra camada en otro sitio, se daba sus desaparecidas y de pronto venia con crías a visitar a los otros ya crecidos, cuando ya era abuela solía llegar a visitar a sus hijos y sus nietos, y lo más curioso, que también llegaba el abuelo. Un día estaban las tres generaciones juntas abuelo, abuela, hijos y nietos acostados bajo el árbol de la vivienda de esa niña.
Era una familia muy peculiar
¿No cree?
Celia Rivera Gutiérrez
Cd. Obregón Sonora, México
Noviembre 24 del 2008
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Hace 12 años