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Soy una persona inquieta, que ama la vida en toda su extensión de la palabra y disfruta escribiendo lo que percibe de ella, saboreando cada palmo de lo vivido. soy terapeuta holistico.

viernes, 21 de noviembre de 2008

NO SE TE VAYA OLVIDAR: (Anécdota)



Comparto la anécdota que me llego de mi amiga Cristina Lozoya Baldenebro (ignoro si ella sea la autora original de este relato) que habita en la Cd. De Culiacán Sinaloa y fue mi compañera en los estudios de Terapeuta Holistico.

Esta anécdota tiene que ver con el General Álvaro Obregón sonorense, que un día fuera Presidente de México y habitara en el legendario Castillo de Chapultepec durante su mandato.
Los dejo con el relato:



NO SE TE VAYA OLVIDAR: (Anécdota)

La del general Álvaro Obregón fue una figura hasta cierto punto familiar en Guaymas, allá por los años veinte. Con frecuencia visitaba al puerto para saludar a sus amigos y compadres, y para participar en tardeadas y saraos que se organizaban en su honor. De hecho, pocos días antes de caer inmolado en “La Bombilla”, asistió a un banquete que se sirvió para él, ya presidente reelecto, en un kiosko que existía en Bacochibampo.

En una de aquellas ocasiones, el invicto “Manco de Celaya” caminaba solitario por la plaza “13 de Julio” extasiado por el canto de los pájaros y el olor de las miles de florecitas de estación, que con gran cariño y esmero sembraba y cuidaba el “placero” don Alfredo Peralta. Los niños que se dirigían a la escuela, veían con mezcla de admiración, respeto y temor, a aquel güero quemado por el sol de grandes bigotes entrecanos, sabiendo que era el meritito vencedor de Pancho Villa… el mero Hombre Fuerte de México.

Entonces, Obregón aceptó la invitación que le hizo un “bolerito” para asearse el calzado, sentándose en una de las viejas bancas de fierro fundido y tiras de madera pintadas de verde del histórico parque. Pronto ambos platicaban entusiastamente, más el niño, mugroso y descalzo, pues don Álvaro sólo lo interrogaba de vez en cuando, para provocar su plática y deleitarse escuchando sus respuestas vivas e inteligentes.

Así supo que el bolero se llamaba Manuel, que a la muerte de su padre tuvo que convertirse prematuramente en hombre para sostener a su pobre madre y dos hermanos menores, con el escaso dinero que ganaba aseando calzado en la vía pública.

Primero fue otro bolero largo, seco y moreno como vara prieta, quien interrumpió el palique, golpeando de pasada en la cabeza a Manuelito, mientras le decía

— ¡No se te vaya a olvidar, “Greñas”!

El niño casi entre dientes le repuso

–¡Ni a tí tampoco, “Setagüi”!

Luego fue otro limpia-botas chaparrito y gordo, vestido casi con harapos, quien al pasar le recomendó a Manuel:

— ¡No se te vaya olvidar, “Greñas”!

— ¡Ni a tí tampoco, “Uvari”, repuso el chico.

Muy lentamente continuaba su trabajo Manuelito, interrunpido ahora por las preguntas del general y luego por nuevas recomendaciones de otros colegas boleros que al pasar le espetaban:

— ¡No se te vaya olvidar, “Greñas”!

Para todas las cuales, siempre tuvo la misma respuesta:

— ¡Ni a tí tampoco… “Rengo”, “Sapo”, “Mocos”…!

Al fin, Obregón convencido de la viveza del bolero, y conmovido por la dureza de su vida, la que enfrentaba con decisión de hombre maduro, le comunicó:

— MiraManuelito, tú eres un chamco muy inteligente, muy listo. Tu lugar está en una escuela. Estoy seguro que con preparación llegarás a ser un hombre útil, un ciudadano valioso…

— Pues sí general, pera la escuela no es para los pobres como yo -interrumpió-

— Ahora mismo voy a dar instrucciones a las autoridades locales para que le fijen una pensión decorosa a tu madre y así puedas asistir con desahogo a la escuela… ya verás como vas aprender cosas interesantes… te voy a encargar con el profesor Dworak, y antes de lo piensas serás abogado o médico.

En una pequeña agenda de bolsillo, el general apuntó el nombre y la dirección de la viuda, datos que le proporcionó el muchacho con los ojos húmedos por la emoción.

— Bueno, Manuelito, pero ahora me vas aplaticar del jueguito ese de no se te vaya olvidar que traes con tu palomilla, le interrogó don Álvaro.

— Este… es que… me da pena contarle general…

— ¿Por qué pena…?

— ¡Es que es una leperada, mi general!

— Anda…Anda… platícame que al fin los dos somos hombres y yo me sé todas las leperadas del mundo -le repuso Obregón con una risita pícara y bajando la voz, como invitándolo a la confidencia-

— Bueno mi general… le voy a decir porque usted lo ordena, pero… cuando… cuando me dicen no se te vaya olvidar, me quieren decir, no se te vaya olvidar… no se te vaya olvidar ir a chingar a tu madre… y… y… pos yo les respondo ni a tí tampoco, explicó Manuelito, mientras guardaba trapos, cepillo y grasa con la cabeza gacha sobre el cajoncito de madera, para eludir la mirada de su interlocutor.

La carcajada de Obregón, alegre y sonora, voló a confundirse con el escandaloso canto de los chanates que plagaban los viejos “yucatecos”.

— ¡Ah que chamacos cabrones!, dijo mientras se ponía de pie, y le extendía al chico dos moneditas de $2.50 oro nacional. Luego se despidió sin palabras, mesando el pelo sucio y largo del bolerito, con su mano única.

El niño, sofocado por la emoción, apretaba con fuerza aquella fortuna con su manecita sucia de grasa, y en su alma, la promesa que le hizo, ni más ni menos que El Hombre Fuerte de México.

— ¡General…! gritó de pronto Manuelito con ansiedad, pensando en la prometida pensión para su madre…

Obregón se detuvo como a unos veinte metros de distancia ya, y por toda respuesta volteó la cabeza…

— ¡General… no se le vaya olvidar…!

El Jefe de los Ejércitos Constitucionalistas, trémulo el bigote entrecano, repuso:

— ¡Ni a tí tampoco, jijo de la rechingada—!




NOTA: me gustaría saber si alguien de mis letores conoce esta anecdota, y si el chico Manueliro llego a ser un estudiante y profesionista como le fue prometido poe el Presidente de México.

12 comentarios:

aapayés dijo...

Interesante, que fue del chico me gustaría saber...

saludos gracias por compartirla...

un abrazo

Terox dijo...

Pues lo más seguro es que al General se le olvidó...

Unknown dijo...

Qué anécdota más cálida y humana enbtre dos extremos de la hombría.
No sé si el manco habrá cumplido la promesa, o si el bolerito no habrá sucumbido en la dureza de la calle, pero ese diálogo modesto queda en la memoria de los pueblos.

Abrazo total, amiga Celia
Gracias
REL

ILUSION dijo...

Hola Celia¡

Muy buena, me gustó el sentido del humor del general, ¿qué pasaría?...me hubiera gustado saberlo...

Besitos y feliz fin de semana¡¡

Celia Rivera Gutierrez dijo...

Gracias Adolfo por tu siempre visita.
A mí también me gustaría saber que fue del chico. Vivo en Sonora y quizá si mando este relato a algunas personas sepan quien lo escribió y quien lo hizo es porque conoce la historia de cerca.
veré que sucede
Abrazo fraterno

Magui Montero dijo...

Bonito relato Celia! Este tipo de anécdotas son interesante para conocerlas.
Coincido con el resto de los comentarios. Sería importante conocer que paso con el niñito.
Un abrazo grandote...
Magui

Celia Rivera Gutierrez dijo...

Terox, gracias por estar de regreso es un gusto saludarte.
Sabes? no creo que lo haya olvidado, pues le dijo que esa misma noche lo haría, recuerda que era el Presidente de México y tenia cerca de sí a las autoridades competentes. Aunque el relato dice que pocos días después fue asesinado, pero él debió haber dejado sus instrucciones antes.
Conozco a uno de sus hijos que su mayor orgullo es exhibir un pequeño museo en su casa de las cosas del padre y entre ellas una carta donde su padre pide dinero prestado a un compadre para sanar sus negocios y justamente después de haber dejado la presidencia de México, lo que indica que no robo a la nación como lo hacen muchos. Yo ví ese documento un día que estuve en una cena su casa.
Quizá hasta le de una visite, a alguno de sus descendientes para preguntar que saben de esta anécdota.
Ya veremos que se sabe
Su familia es gente muy especial y sencilla de una gran labor social.

saludos y gracias de nuevo por estar aquí

Celia Rivera Gutierrez dijo...

Roberto
Es interesante como los hombres desde pequeños se tenían que hacer cargo de herencias de responsabilidad sin haberlas adquirido directamente. Afortunadamente hoy en día, las mujeres se preparan para ser autosuficientes y no recargar las responsabilidades en los hijos.
Yo espero que si lo haya cumplido, y por lo que veo en esa gente que vive en la Cd. que vivo (su familia) me atrevería a asegurar que si lo hizo y que quien escribió esta anécdota es alguien muy de cerca de quien recibió el benefició. La familia de don Pancho Obregón es gente de buenos principios y trabajadora, y lo deben de haber heredado de él y su madre.
Tú lo has dicho, es un dialogo modesto entre el jefe de la nación y el más humilde de sus ciudadanos, y a parecer que el jefe iba sin cuidarse de nadie y sin guardas

Veré si puedo saber si sobrevive algún familiar del chico, pues al parecer a estas alturas debería de tener más de 90 años, pero debe de tener hijos y nietos

Abrazo REL. amigo muy querido che (aunque no se que quiere decir9

Celia Rivera Gutierrez dijo...

Ilusion
Gracias por estar aquí amiga.
Sí, el general lo que estaba haciendo era ponerse a la altura de la forma en que se comunicaba el chico para no asustarlo, o sea hablar su lenguaje, se bajo a sus nivel para poder comunicarse de igual a igual. Aunque el chico lo respetaba tanto que le dijo con la seriedad de todo un hombre que sabe respetar, "se lo digo porque usted lo ordena". Pero el general no le ordeno, le sugirió y lo subió a su nivel al decirle "los dos somos hombres" y para darle confianza le dijo "me se todas las leperadas" o sea no me asusto.
Este es un trato extraordinario de un ser humano a otro se humano que hubo entre los dos a la par de grande

Un abrazo amiga y un beso para tí

Celia Rivera Gutierrez dijo...

Magui Montero
Gracias por estar aquí. creo que en la humanidad existen personas en el alto mando que hacen muy buen trabajo, con sus gradazas y sus errores. y casi siempre vemos los errores y no las grandezas. Veré que puedo averiguar del chico
que a estas alturas, si vive debe ser un anciano.
Abrazo Magui

para tí
Celia

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

anécdota llena de chispa; estupensa
besotes

Celia Rivera Gutierrez dijo...

Mª Ángeles Cantalapiedra
Gracias. como ves valia la pena sacar a la luz ese lenguaje muy de sonora y nadamenos que con el Jefe de la nación.

Un abrazo para tí, escritora.

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