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Soy una persona inquieta, que ama la vida en toda su extensión de la palabra y disfruta escribiendo lo que percibe de ella, saboreando cada palmo de lo vivido. soy terapeuta holistico.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

GIGANTE TRAVIESO



EL GIGANTE TRAVIESO

Caían rocas heladas con tal fuerza, que pareciera, que querían descalabrar a alguien, se colaban por entre los tejados y hacían su aparición en el interior de las viviendas. Unos niños asustados se agrupaban entre sí para darse valor y fortaleza. La madre y el padre habían salido con una nena en brazos de unos cuantos meses de nacida para ir a enseñarle una huerta frutal que el padre había adquirido y que quería que su esposa la viera.

Ahí la niña mayor de los chicos que se habían quedado, apenas contaba con 9 años de edad, le seguía otra de 7 años, otra más de 5 años y un niño de de casi 3 años. No sabían que hacer y rezaban para que sus padres regresaran vivos con la pequeña. Temían, que esta última muriera con la granizada, ya que si en la vivienda entraba con fuerza ¿como seria a la intemperie? Pusieron bajo la cama a la niña de de 5 años para protegerla de las pedradas, al niño lo subieron a la cama y lo taparon de ropa pensando que de esa manera estaría a salvo, algo así como cuando las avestruces esconden la cabeza dejando el cuerpo fuera.

Era tal la granizada, que a decir de los habitantes del lugar no recordaban una igual. Pareciera, que en el cielo estaba un chico hijo de gigantes jugando con nosotros como cuando un niño se pone a dar lata a los hormigueros arrojándoles agua por diversión. Cuando amaino la tunda de piedras, las niñas mayores se asomaron tímidamente al patio de su casa para ver como había quedado. Por el corredor de su casa corría el agua hacia la calle, el patio tenia como un metro de alto de granizo junto a los muros. ¿Las plantas? Tapadas de nieve, no se veían.

Se asomaron tímidamente a la puerta de la calle a ver que se veía. era un río de agua, la calle era inclinada con una inclinación como de 20 grados con respecto a la horizontal y salía de las faldas de una huerta frutal, la cual se encontraba junto a un cerro. Así que el agua salía de esa huerta arrastrando fruta entre sus aguas, que corrían con gran velocidad por la calle.

Las niñas necesitaban sentirse seguras y deseaban cruzar la calle para ir a la casa de los compadres de sus papas y guarecerse ahí entre adultos, que les hicieran sentir seguridad. Se pararon en la puerta tomados de la mano para intentar cruzar. Las dos más grandes se miraron… midiendo las posibilidades de éxito sin que el agua los arrastrara. Los pequeños no tenían porque preocuparse, pues se sentían seguros con sus hermanas más grandes. Pero ellas sí, que tenían que tomar decisiones y no equivocarse por el bien de todos. La más grande solía ser algo temerosa y tímida, la menor, solía ser muy arriesgada. Así que le dice a su hermana, pasemos todos juntos tomados de las manos para que no nos arrastre el agua, la más grande tenia terror y dice -¿y si nos lleva el agua?- la otra le contesta – no nos llevará, pasemos- la más grande que de verdad se estaba muriendo de miedo le dice a su hermana –pasa tú, si te lleva el agua no nos pasamos y si no te lleva nos pasamos- la otra que de verdad se sentía responsable de sus hermanos más pequeños se paso sin más ni más y les grito del otro lado de la calle -¡pasen que no me llevó!- así fue como lograron llegar con los vecinos adultos y sentir que no les podría pasar nada ya que les cuidarían al igual que a sus hijos.

Cuando llegaron los padres de la huerta, los chicos sintieron alivio ya que no les había pasado nada, por haberse guarecido bajo un tejaban con techo de lamina achapopotada, que curiosamente, al parecer resulto ser más segura contra el agua que las mismas lozas de techo de bóveda o tejado.
La madre regaño a las niñas por no haber metido la ropa que dejo tendida en los tendederos del patio y no haber tapado con algo las camas, para que no se mojarán, las niñas impotentes no sabían como defenderse, pero en realidad no tenían la manera de salvar del remojon nada de la casa. La comadre salio a su defensa increpándola y diciéndole –comadre si usted hubiera estado aquí, no hubiera podido hacer nada, las criaturas aun están asustadas por lo que paso y usted regañándolas.
Entonces la madre pidió disculpas y se llevo a sus hijos para tratar de arreglar los desmanes del agua enojada, que decidió apedrear a las personas y sus viviendas.
Al otro día… el poblado se veía lleno de colchones al sol tratando de secarlos.

Esta es la historia de los juegos del niño gigante que se sentó en una nube a arrojar piedras de hielo y divertirse con nosotros… como cuando jugamos con los animales pequeños que nos ven como gigantes.

Querido lector
¿Qué opinas de esta historia?

10 comentarios:

aapayés dijo...

Saludos fraternos, la historia , cuento. me gusto mucho por un momento entre a la reflexión de la madre y de la hermana mayor, por sus actitudes, pero al final de la historia surge el niño gigante que decidió jugar con hielo de granizos y nos llevas a esa violencia que nosotros como adultos imponemos a los mas pequeños animales, que en síntesis, es un no rotundo a esa violencia impuesta por el mas fuerte a los animales...

bonita reflexión saludos un abrazo

aapayés dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Diosaoasis dijo...

Siempre toda situación se ve desde diferente punto de vista porque la madre no pensó en los niños cuando se molesto.
Saluditos.

Unknown dijo...

Padecí dos situaciones aún más terribles que esta: Una me destuyó por completo una casa que estábamos construyendo...un huracán que duró 7 ó 10 minutos y no dábamos absto para proteger a los niños; Otra, en febrero, en este mar, que fue menos feroz pero tan dramática como aquerlla. De modo que leí con mucha tensión tu relato y sentí la angustia de ver a esos chicos solitos tratando de sobrevivir sin adultos que los amparen.
La reacción de la madre parece irreflexiva pero es notable como cambian las conductas frente a las tragedias. Saben tener "temple" sólo unos pocos.
Pero mira, Celia, qué bien lo cuentas que nos metiste de lleno en el drama como si lo estuviéramos padeciendo.
Eres fantástica, amiga querida!!!

ABA y BBB

REL

Celia Rivera Gutierrez dijo...

Adolfo
Quiero decirte, que no siempre, el tener más años nos hace ser los mayores, puede existir un hermano mayor en años y ser menor en capacidad de enfrentar hechos, donde surge un hermano mayor en ese sentido aunque tenga menos años de edad. En este caso las niñas eran muy chicas incluyendo a la mayor. Y era más débil en el sentido de afrontar situaciones con arrojo. Por lo tanto la mayor fue la menor. Si te fijas, el hecho de esconder al chico entre la ropa es una actitud psicológicamente ablando de quien no sabe defenderse y solo esconde la cabeza. Mientras que la menor se arroja a la lucha como si fuera mayor y les enseña el camino a la seguridad.

Aquí la enseñanza es en el sentido que cada quien lo siente. Aunque terminemos con un niño grandote jugando.

Un abrazo amigo

Celia Rivera Gutierrez dijo...

Diosaoasis
Quiero rescatar un poco a mi personaje “la madre molesta” aparentemente muy dura por parecer incongruente con los hechos.
Si te fijas, se dijo, que ella y su esposo así como la pequeña de brazos se guarecieron en algo aparentemente muy frágil, pero que fue la más segura, ellos no sufrieron daño alguno a pesar de que se veía, que debían ser los más afectados.
Por lo tanto, lo menos que se imagino fue que en casa hubiera pasado tal desamparo si se suponía estaban resguardados más seguros.
Y además los encuentra felices en otra casa. No los vio asustados.
Claro, que es lógico que debió pensar que eran muy pequeñas, pero desafortunadamente las madres solían tener muchos hijos y apoyar los trabajos del hogar en los más grandes aunque fueran pequeños (las mujercitas).

Un saludo amiga y un beso

Celia Rivera Gutierrez dijo...

Sabes? Los niños siempre se sienten protegidos junto a un adulto, aunque al adulto se lo este llevando el diablo. Cuando ven al adulto flaquear se les acaba toda su seguridad. A ustedes les toco proteger a loas niños que era el verdadero hogar (más que la casa) lo que no quita el desamparo de sentir años de esfuerzo para que llegue el aire enojado en complicidad de las aguas y termine con los sueños.

En tu mar deben ser más frecuentes los huracanes que en estas latitudes. Y te toca vivirlos. Y yo diría saborearlos también, porque dentro de su cólera tienen su majestuosidad de belleza (dirás que estoy loca pero así lo veo).

Y sí, tienes razón la madre parece irreflexiva, pero si te fijas ella estuvo en aparente desventaja ante los elementos y no les paso nada, así que le era difícil saber como se vivió en el interior del hogar y más si sus hijos no estaban precisamente allá sino en otra casa donde ella solo vio el brillo de sus ojos felices (aunque la felicidad tenia que ver con su llegada) y no lo supo interpretar.
Y sí, cada persona reacciona distinta ante la adversidad.
Besos y abrazos para ti REL.
Celia

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Celia...

Las travesuras de la "gigante" naturaleza, que por lo general golpea más fuerte a los debiles y desamparados.

Bonito cuento y muy real.

Un abrazo.

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Fíjate, a mí me cuesta escribir historias de niños y a ti te he visyo con destreza y armonía hasta el último renglón... me has picado, voy a ver si saco algo.
Un besote

ILUSION dijo...

Hola Celia¡

Emocionante historia, muy bonita, menos mal que la comadre salió en defensa de los niños, y la madre aceptó que había hecho mal en regañarlos y no haber preguntado primero porque no habían hecho lo indicado por ella....

Besitos¡¡

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