
Se oía un galope de caballos con sus fauces resoplando de quien llega apresurado.
Era ya casi la hora tan esperada, agucé el oído y quise escuchar la noche, a ver que me decía. Llegaría en su caballo brioso tomando las riendas de la vida de todos en sus manos tan seguras de que nada se le escaparía, tendría sonrisa de niño y la fuerza de un destino. Escuche los grillos cantar, la luna se complacía en los cielos alumbrando el camino real del jinete, que pronto aparecería. El viento anunciaba su llegada con el sonido de los cascos de su corcel, las lechuzas se vestían de gala para tan singular fiesta, las estrellas brillaban como nunca. Y en cada hogar se detenía la respiración tratando de sentir la llegada del invitado principal, que sería recibido, lo quisiéramos o no.
En los campos de batalla se añoraba un receso para rendir honor al visitante y reponerse de las heridas causadas. Con la esperanza de que este jinete diera al traste a las peleas tan absurdas que se tenían que lidiar.
Estaba con mi corazón palpitante… con una copa de buenos deseos en mi mano… pronta a llevarla a mis labios y brindar por lo más hermoso de la vida: El amor, La paz, el Perdón y la Ayuda mutua como hermanos que somos en este mundo. Y unir mis labios con otros labios que tocarían su copa al mismo tiempo. Justo en el momento de la llegada del jinete. Desde lo alto del castillo… en una almena… se encontraba un anciano pronto a retirarse de escena en el momento que llegase el jinete. Los caminos estaban bordeados de caballeros apostados para ponerse a las órdenes del visitante. 6 jinetes a cada lado portando en sus manos bandejas de racimos de uvas para ofrecerlas a todos en el justo momento en que el heraldo diera 12 tañidos de campana anunciando su presencia de arribo.
12 guardianes estarían a sus ordenes para servirle uno a la vez y retirándose al concluir su trabajo. Era la regla desde siglos atrás. Así había sido con el anciano del castillo y no tenia que ser la excepción esta vez.
Los que estaban en sus hogares o en los de familiares, vestían con garbo sus mejores trajes y portaban una copa de esperanza para el nuevo periodo. Yo, traía la mía unida al pecho junto a mi corazón rebozando esperanza y buenos deseos. Cerré mis ojos y visualice una figura en la lejanía que se unía a mi esencia con un hilo invisible para todos menos para mi SER, que se sentía unido a su SER. Haríamos un acto simbólico de unión y sentiríamos el aliento el uno del otro y los deseos más profundos de cada uno, los lanzaríamos a dar vuelta al planeta mismo para sanar las heridas de los desamparados y dolidos cuyas cicatrices aun no cerraban de las heridas de amor. Llenaríamos de amor todos los rincones.
Expectantes escuchamos los 12 tañidos de campana, que anunciaba la llegada y nos abrazamos y besamos a la distancia, con la esencia misma de la vida, que nos acompañaba y bañaba mi tierra querida. Brindamos con el corazón llenado nuestras copas con un anhelo nuevo de esperanza. El jinete estaba ahí y se le recibió con amor.
Vimos acompañándole a instalarse en su castillo a los 12 heraldos que le servirían en su reinado. Era buen mozo, joven, con mejillas arreboladas, botas firmes que le permitirían andar a buen paso y cumplir con su cometido con los destinos que tomaba.
Lo primero que hizo, fue pedir un plan de acción de cada súbdito, para apoyar a realizar su destino con mayor probabilidad de éxito, prometiendo, que él haría una bitácora precisa de sus actos, para imprimirlo en la memoria de los tiempos en beneficio de la vida sustentada en el espacio-tiempo.
Dormiremos con una sonrisa en el alma y despertaremos con un nuevo amanecer y un sol radiante en una nueva etapa, que desparramará conciencia en los corazones más acérrimos, para que sientan la suavidad, que es portadora de la compasión y el amor. Los heraldos enviaran palomas de la paz a todos los rincones para terminar las guerras fraticidas y se instale el amor y el perdón.
Gracias al caballero surgido de la sombra que brindó conmigo a la distancia.
Gracias a todos. Los amo, gracias por existir y sentir mi esencia de vida a través de mis letras.
Celia Rivera Gutiérrez
Cd. Obregón Sonora México
Diciembre 31 del 2009