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Soy una persona inquieta, que ama la vida en toda su extensión de la palabra y disfruta escribiendo lo que percibe de ella, saboreando cada palmo de lo vivido. soy terapeuta holistico.

miércoles, 6 de mayo de 2009

ENCUENTRO CON LA MUERTE

Armida tenía una suplencia en el Hospital, que se acababa de abrir hacia poco tiempo en la ciudad, lo auspiciaba el gobierno estatal para la población de escasos recursos.
Para Armida, era importante esa suplencia que le daría más horas de trabajo que le permitirían ganar un poco más para su familia.

Armida es una jovencita trabajadora, responsable y muy humana.
Era de madrugada hacia mucho frío, el sol aun no despuntaba en el horizonte. Adjunto al Hospital General existía un gran terreno vació con algunas ruinas de una construcción vieja al fondo. Tenía frío y ella iba absorta, pensando en su trabajo.

Bajó del autobús, camino por la banqueta un tanto distraida, cuando de pronto sintió un brazo que la apretaba contra un cuerpo de hombre y sintió la punta de una navaja en su costado. El hombre llevaba cubierto el rostro. Le dijo al oído –no grites o te ensarto y te mueres, ¿entendido?- Armida sintió como su cuerpo se convertía de pronto en algo casi sin movimiento y sin voluntad, su vos se ahogo en su garganta sin poder pronunciar palabra alguna, sus piernas se tornaron como de trapo que no le permitía tomar decisión alguna a voluntad, un escalofrió recorrió su columna vertebral. El hombre prácticamente la arrastraba pegadita a él para simular que eran pareja.

De pronto, Armida se vio ahí en esos muros roídos y destartalados; tirada, sin ropa, su cuerpo violentado con saña y desprecio, luego vio como la sonrisa sarcástica del sujeto le miraba y la desnudaba en su alma y su ser, era vejada en su totalidad. Vió, como después de saciar sus instintos salvajes y asestarle puñaladas para dejarla sin vida, se alejaba del lugar sin mucha prisa para no despertar sospechas. Observo luego, como alguien la había encontrado ahí tirada, desnuda y había dado parte a las autoridades, las que hicieron acto de presencia y la levantaban para llevarla a hacerle la autopsia, vio a su madre llorando a grito abierto tratando de retener su alma en el cuerpo. Vio a sus compañeros llorando preguntándose porque tenía que pasar esas cosas.

Todo esto lo vio en una fracción de segundos mientras era casi arrastrada a esas ruinas. Y se dijo así misma, si grito me matará, y si no grito también me matará y habré sufrido un infierno.

Su alma sintió que vomitaba toda esa escena y sacando fuerzas desde el rincón más apartado de su alma… lanzo un grito agudo… sabor a muerte y con un sonido escalofriante que era capaz de erizar los pelos a quien lo escuchara y helarle la sangre. Sintio algo caliente en su costado y se le doblaron las piernas ya no supo más de sí.

De pronto despertó entre sabanas blancas y rodeada de sus compañeros de trabajo. Tenía una herida en el costado donde el sujeto le había clavado el puñal antes de salir huyendo con rapidez y dejándola caer. Los guardias del hospital la habían escuchado y salieron rápidamente para auxiliarla.

Armida se dio cuenta que si no gritaba o hacia algo sufriría una agonía y que era preferible gritar y morir ahí mismo.

Cuando salieron los guardias a ayudarla solamente lograron ver un sujeto que se arrancaba lo que le cubría el rostro y lo arrojaba en alguna sitio y se perdía entre los transeúnte que comenzaban a transitar las calles, que poco a poco se llenaban de personas que iban a sus respectivos trabajos. Para los guardias era prioridad salvarle la vida a ella.

Ahora cuando lo cuenta tiembla pero se dice así misma que la vida le permitió poder hacerse oír. Y les dice a las personas, que es mejor defenderse y morir que sufrir antes de morir toda una vejación.. Y que quizá ni mueran ya que ella logro vivir.


Celia Rivera Gutiérrez
Cd. Obregón Sonora, México
Mayo 4 del 2009

5 comentarios:

Taller Literario Kapasulino dijo...

Muy bueno, me lleno de temor tu relato, me encanto el final.

karlos dijo...

ufffffff

terrible y desgraciadamente de moda.

saludo2

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Mañana me pongo al día contigo, no se porque no se me actualizan tus post.
Abrazos

Francisco Javier dijo...

Lo mismo relatas bien el amor, que la tristeza, la pena, o el horror de una muerte inesperada. Besitos Celia, gran escrito, un abrazo enorme.

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Impresionante relato ya que esto pasa a diario en nuestras ciudades. Como es posible que un ser humano sea tan falto de misericordia hacia los demás, dominado por instintos diabólicos ya que no hay otra forma de definirlo.

Un grito ahogado desde lo más profundo de nuestra alma, a veces puede salvarnos la vida.

En verdad que a veces las heridas del alma, cuesta más sanarlas que las heridas del cuerpo, pero siempre debemos saber una cosa, pase lo que pase, el don de la vida es un tesoro que Dios nos dio para cuidarlo.
Abrazos

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