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Soy una persona inquieta, que ama la vida en toda su extensión de la palabra y disfruta escribiendo lo que percibe de ella, saboreando cada palmo de lo vivido. soy terapeuta holistico.

jueves, 7 de mayo de 2009

LA INTREPIDA Y LOS CABALLOS



Era intrépida y con una curiosidad asombrosa ante la vida, no permitía que se le atorara nada, nunca decía no puedo aunque la vida le pusiera trabas, solamente siempre lo intentaba, así sucedían una serie de peripecias, algunas un tanto cómicas, otras un poco dolorosas pero otras muy satisfactorias.

Nunca había montado caballo alguno, pero un día en que había una convención propuesta por los clérigos del lugar a orillas del río, se había conglomerado mucha gente de distintas entidades, algunas habían bajado de las rancherías apostadas en las partes altas de las montañas, otras de las rancherías más cercanas, otras mas de las poblaciones cercanas a parte de la propia que convocaba, miles de personas había ahí reunidas.

Era una algarabía de gente que se movía de un lado para otro, los del pueblo que convocaba habían solicitado a las personas que poseían automóvil que los pusieran a disposición de quienes no tenían y se les trasladará al lugar de los eventos. Los rancheros habían viajado a caballo para poder sorteas los caminos empinados que se les atravesaban al bajar, en realidad su medio de transporte era el caballo, cuando iban a las poblaciones solían llegar a un mesón (algo así como un motel de entonces donde cuidaban y alimentaban su cabalgadura y los hospedaban a ello).

Ella era muy activa y parte de la organización de los eventos, ya que a pesar de su temprana edad, era la delegada de catequesis en la zona rural y solía visitar a los rancheros para preparar catequistas. Si apenas era una moza adolescente, pero tenia tanta seguridad en lo que decía y transmitía, que se le había confiado ese trabajo. En esta ocasión ella se divertía con la música y la convivencia de personas que no conocía y que habían llegado ahí. Vio unos hermosos caballos que montaban unos mozos no muy mayores, casi de su edad, sintió el deseo de montar un animal de esos y sentir como se mecen al correr entre los camino, siempre le había atraído esos animales cuando los veía en forma libre y corrían de tal suerte que parecían no tocar el piso. No aguanto la tentación y se acerco a un mozo que traía un hermoso corcel. Y le dijo -¿me prestas tu caballo?- claro que si –contesto este-, luego se dirigió a un segundo más y le dijo -¿jugamos una carrera?- el chico le dijo sí-

La bendita carrera fue toda una odisea para ella, pues jamás se había subido a un caballo, y estos animales estaban acostumbrados a jugar carreras de verdad, así que no obedecían mando alguno de detenerse si otro caballo les llevaba ventaja, la consigna era ganar… al precio que fuera. Por supuesto que el otro caballo iba ganado y el de ella no le obedecía, sus crines se lucían con el viento en su galopar, sus ojos brillaban y su hocico resoplaba tratando de adelantar al contrincante, ella se sentía ligerita sobre su lomo y se daba cuenta que pararía cuando le diera la gana y que la podía lanzar por los aires.

El camino era bueno, ya que por ahí transitaban en auto los dueños de unas huertas frutales que se encontraban al fondo del camino siguiendo las márgenes del río. En ese camino existía en su lado izquierdo un abarrote donde los rancheros solían llegar a comprarse algo en su pasada por esos lares y los caballos estaban acostumbrados a llegar a ese lugar. El chico que iba delante de ella decidió llegar a esa tienda a comprarse un refresco al ver que su contrincante hacia esfuerzos por mantenerse en la cabalgadura y tomar el mando del animal que no le obedecía. El caballo de ella se dio cuenta ya tarde de la maniobra de su contrincante, y como la consigna era ganar, se giro y aunque la puerta de entrada quedaba un poco atrás, a él no le importó y se brinco un cerco de casi dos metros de alto para tratar de ganar al otro caballo. El otro se detuvo en la ventana de la tienda, el de ella aun llevaba mucho impulso y por poco brinca un chiquero de puercos que se tenia ahí construido de piedra, cuando se dio cuenta que la competencia había acabado al ver a su rival parado, pero él se freno de golpe y estaba parado de patas con las manos en el aire y con su cuerpo tan erigido que parecía una figura labrada en una exquisita escultura. Ella perdió los estribos y por poco sale lanzada por los aires sobre las piedras, pero una maniobra rápida la hizo que se prendiera de las crines del caballo y quedo ahí colgando del cuello del corcel sin lastimadura alguna.
Y se dijo así misma, ¿a quien se le ocurre jugar carreras sin conocer las mañas del animal?. Pero no se arrepentía de la experiencia de sentirse libre como el caballo mismo en esa carrera fantástica donde el viento conjugaba en un vaivén, tanto las crines del animal como sus cabellos y hacia sentir el alma tan libre como el aire mismo.



Celia Rivera Gutiérrez
Cd. Obregón Sonora, México
Mayo 6 del 2009

13 comentarios:

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Exquisito relato, sabes el caballo es uno de mis animales preferidos por su nobleza y su extrema belleza. Me recordó historias de mi madre que cuando joven practicaba equitación y tenía un dominio total de los caballos.

Cuando ella era muy joven su familia tenía una finca donde producían frutas y verduras y para sacarlas al pueblo debían llevarlas a caballo, ya que te hablo de hace unos sesenta años, las vías de comunicación en la zona Sur de Costa Rica no estaban muy desarrolladas.

La cosa es que los hermanos de mi madre trataban de lazar al caballo, ya que era muy mañoso y no se dejaba amarar de nadie, tenían que engañarlo para poderlo amarrar y ensillarlo.

Si mi madre llegaba, le pegaba un silbido y el animal corría hacia ella ante la mirada atónita de sus hermanos que duraban horas persiguiendo al testarudo animal.

Muchos años después una vez fuimos al campo con mi madre y ella monto a caballo, ese día casi se cae del corcel y triste dijo, ahora sí sé que estoy vieja, jamás pensé que algún día pudiera caerme de un caballo.

Pues definitivo que mis tíos por parte de mi madre nos e sabían las mañas del animal, a como bien lo desarrollas en tu preciosa historia.
Saludos

Nota: Hoy me hiciste soñar despierto.

Anónimo dijo...

Volaste en ese corcel... Precioso!!!!

Un gusto leerte.

Celia Rivera Gutierrez dijo...

Gracias Roy,
Creo, que el relato logró su objetivo, hacer sentir al lector parte de la historia y vivir o soñar despierto como dices.

Los animales son curiosos y se manejan por afectos a parte de sus mañas. Lo más probable es que tu madre tenia un lazo de afecto muy fuerte con ese caballo y sentía su suavidad, y que a sus hermanos los identificará como parte de un juego -de tú me lazas- y yo no me dejo.
Mi hija tiene un perro labrador que a ella la tumba jugando, porque así lo acostumbro desde chiquito, en cambio a mí no me gusta que me toque, y él lo sabe, así que se para de patas y dobla sus manos que las baja a milímetros de mi cuerpo para no tocarme.
Eso sí, me acerca su cabeza para que yo se la acaricie. Los animales sienten amor, afecto, y saben como tratar a cada quien.
Mi perro cuando se me escapa y lo seguimos para volverlo a la casa lo toma como juego y nunca lo alcanzas, pero si lo sigo en el auto y le abro la puerta, le sueno la portezuela, brinca y se sube, para él eso quiere decir paseo.

Así que tu mamá era la dulce para su caballo y tus tíos los rudos y de juego.

Celia Rivera Gutierrez dijo...

Gracias salvadorpliego

Esos animales tienen magia para mí, me parece sublime su figura cuando casi vuelan en sus correrías, ese espíritu libre que se palpa en ellos cuando corren hace tocar mi espíritu.
Gracias por venir

Alicia M dijo...

Querida Celia. Yo viví ena experiancia similar. Sabía cabalgar...pero me dieron un caballo preparado para correr y ...pasó lo mismo. Cuando otro caballo pasó a su lado corriendo, el esfuerzo que hice por contenerlo no alcanzó. Estábamos cerca de un pueblo y después de saltar el alambrado...el caballo tomó para ese lado. No se que hubiera pasado si un avezado jinete no lo hubiera alcanzado para contenerlo. Me has hecho recordar ese "paseo". Cariños,

Unknown dijo...

¡Qué bien lo has contado, Celia!
¡Hermoso!
Un abrazo bien abrazo del REL

misticaluz dijo...

Hola que tal??

Precioso tu escrito sobre estos bellos animales, que personalmente adoro junto a los delfines.

Como siempre un placer leerte, y tenerte entre mis seres de luz. Te dejo un relajante y cálido abrazo.

Beatriz

Celia Rivera Gutierrez dijo...

Alicia M
Querida señora, debe de haber sido muy bello cabalgar y esa experiencia que tubo espero no le haya causado problemas.

En lo personal siempre me ha gustado ver esos animales cuando corren, en especial en las películas porque muestran el espíritu del animal en plena libertad, me da tristeza cuando los veo vencidos cargando cosas, es como si les hubieran mutilado la vida.
Yo no tuve la fortuna de saber cabalgar como usted. Me la imagino en ese hermoso animal tratando de conternerlo

Mi madre dice que ella los montaba a pelo y que era fascinante correr por los campos. Es probable que lo haya heho cuando estaba embaraza de mí y por eso me gusta tanto.

Un abrazo señora, ha sido un placer conocer algo de usted
Celia

Celia Rivera Gutierrez dijo...

Gracias mi querido amido Roberto Esmoris Lara
Siempre ha sido muy grato saber que lees mis historias y que te gustan.

Un abrazo bien abrazo REL
Celia

Celia Rivera Gutierrez dijo...

☼El Rincón del Relax☼ *Beatriz
Gracias por ese relajante y calido abrazo que siempre me hace bien recibir ese tipo de abrazos.

Si que tienes razón que esos animales son adorables al igual que los delfines, tengo entendido que existe toda una terapia basada en equitación (equino terapia) y otra en los delfines (delfino-terapia), quizá tenga que ver, que de alguna manera esos animales conectan su espirito con el de las personas y les hace sentir su alegría de vivir. Los caballos han creado un lazo muy fuerte con los humanos de afecto y cariño. Y los delfines al parecer son criaturas muy inteligentes, algunos creen que quizá entiendan más que los humanos. Recuerdo, que en una ocasión en que en una lancha de personas que viajaban de Cuba a la Florida, todos murieron y encontraron la lancha con tan solo un niño resguardado por delfines para cuidarlo de los tiburones que lo asechaban. Esos delfines tienen mucho amor para dar

Gracias por tenerme entre las personas especiales para tí, y sesibe otro abrazo igual de mi parte.
Celia

Pegasus 21 dijo...

Exelente relato lleno de valores afines entre la protagonista y el corsel, libertad, intrepides, noblesa y cierta tosudez. Me encantó

Celia Rivera Gutierrez dijo...

Pegasus 21
creo que tienes razon tiene que haber una conexion entre ambos para que se pueda disfrutar los hechos.

Gracias por volver, hacia rato que no te saludaba, te visite a tu blog varias veces y no tenia rastro de movimiento.
Saludos

Francisco Javier dijo...

Hermoso relato, Celia, un gusto leerte como siempre. Aunque no soy muy aficionado a este mundo, de nobles, valentía e intrépidos caballos. Me ha encantado la narración, un abrazo de cariño.

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