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Soy una persona inquieta, que ama la vida en toda su extensión de la palabra y disfruta escribiendo lo que percibe de ella, saboreando cada palmo de lo vivido. soy terapeuta holistico.

lunes, 11 de agosto de 2008

¿EL VIAJE?


Estaba parado con su cuerpo delgado, su cabello largo al estilo de los rebeldes, a pesar de que era universitario y amante de la ciencia y que todas las incógnitas de la vida se hacían presentes en ese cerebro de cabeza bien formada sin ninguna depresión en su cráneo perfecto y bien formado, quizá si Hitler la hubiera revisado en sus tiempos de exterminio, habría salido clasificada como de genio a respetar, su nariz era larga y bien formada, sus labios parecían tener hambre de amor, sus ojos grandes con pestañas no menos grandes, su mirada un tanto esquiva como con cierta timidez. Su rostro mostraba surcos en su frente, que existían gracias a su siempre presión sobre su propia vida sin sentirse satisfecho aun consigo mismo y el no saber como disfrutar de la vida en cualquier circunstancia que se presentara.

No sabia gozar de los momentos de trabajo o del tiempo de traslado de un sitio a otro, para él todo reprensaba trabajo que cansaba. Y eso se había marcado en las profundidades de su frente. En ese momento se encontraba en medio de dos vías de sendos trenes que pasaba uno a cado lado de su persona, casi tocaban su cuerpo pasando a gran velocidad. El no sabia que hacia ahí parado. Solo sabía que sentía una angustia terrible, una desazón un no se que. ¿Qué le quería decir la vida en ese momento crucial? Un tren se encaminaba hacia una dirección y el otro hacia otra. Y no sabia cual abordar o si debía quedarse ahí petrificado a que la vida siguiera igual.

Una y otra vez ese suceso se repetía a lo largo de varios años. En medio de esas vías siempre a la expectativa a ver que pasaba, pero nunca pasaba nada porque los trenes seguían su camino y no retornaban. Se sentía perdido sin descifrar el contenido del mensaje presentado con esos símbolos que se hacían presentes una y otra vez. A veces los trenes llevaban la misma dirección y pareciera que querían aplastarle como sándwich entre los dos, él trataba de abrir espacio con sus brazos como si tuvieran la fuerza de Hércules o sansón. Para no quedar embarrado en ellos.

Su rostro estaba perlado de gruesa gotas de sudor provocado por el esfuerzo aplicado en su defensa. Sus ojos estaban a la expectativa y tenia una expresión de angustia, comenzaba a moverse con fuerza hasta sentarse preguntando -¿en donde estoy?-

Y se volvía a sumergir en sus luchas interminables que siempre se hacían presentes al irse a descansar.


Celia Rivera Gutiérrez
Cd. Obregón Sonora, México
agosto 11 del 2008

1 comentario:

Azpeitia poeta y escritor dijo...

Esa duda-indecisión propia de una pesadilla, o de un sueño enrevesado nos ha acontecido alguna vez.
Dicen los psiquiatras que algunas mujeres en estado de necesidad afectiva, sueñan que tienen las piernas atadas a los railes de una vía férrea y un tren a gran velocidad se precipita hacia ellas.
Los sueños son así de caprichosos...enhorabuena por tu blog, este es la primera vez que lo visito....un fuerte abrazo de azpeitia

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